Instalado frente a la playa de Ipanema con un vaso de caipirinha en la mano, Jugurtha saborea cada minuto. Sabe que está viviendo un momento excepcional en Rio de Janeiro, a diferencia de la mayoría de sus amigos, sean discapacitados o no.
“A cada minuto que paso aquí, me tengo que pellizcar para convencerme de que no estoy soñando, no hay palabras para describir esto”, sonríe este estudiante parisino de 25 años sentado en su silla de ruedas eléctrica.
Llegado a Francia a los 12 años desde su Kabilia natal (Argelia), Jugurtha Djennad perdió la movilidad de las piernas dos años más tarde, víctima de una amiotrofia espinal que causa, a su vez, una atrofia evolutiva de los músculos.
Según sus propias palabras, ha sido “la lucha y el apoyo” de su familia lo que le ha mantenido a flote durante los periodos difíciles, a pesar de la mirada de los demás y de los fuertes desafíos a los que ha tenido que enfrentarse debido a su discapacidad, que no tiene curación conocida.
“No ha sido fácil. No tenía siquiera papeles cuando llegué a Francia”, cuenta.
Pero ante la famosa playa carioca, Jugurtha puede echar la vista atrás y observar el camino recorrido. Y hoy, este brillante estudiante de un Master de Gestión Territorial en Nanterre (afueras de París) desafía a la fatalidad participando en un viaje organizado de siete días en Brasil durante la Copa del Mundo.
Además, este fanático del fútbol abonado al Parque de los Príncipes (estadio donde juega el Paris Saint Germain), y adepto al fútbol en silla de ruedas, ha tenido el privilegio de asistir a dos partidos en el mítico estadio Maracaná, lugar ‘sagrado’ para los aficionados al fútbol de todo el mundo.
Entre dos visitas al Cristo Redentor, al Jardín Botánico y al Pan de Azúcar, Jugurtha y sus 11 compañeros de viaje han tenido la suerte de asistir al Bélgica-Rusia (1-0) del domingo y al Francia-Ecuador (0-0) de este miércoles.
“Estaba estupefacto por estar allí. Pensaba en mis amigos que se quedaron en Francia. En el momento de los himnos tenía los pelos de punta”, recuerda todavía emocionado tras sus finas lentes.
“Experimentamos una gran sensación de libertad. Para la gente que tiene una fuerte discapacidad, salir de esa rutina tan encorsetada nos da alas”, explica al tiempo que elogia la organización perfecta de la agencia de viajes especializada Yoola y de su presidente, Malick Badsi, quien no abandona su pequeño grupo ni un segundo.
Preguntado por las incomodidades del agitado tráfico carioca cuando se circula con una silla de ruedas de 145 kilos, Jugurtha replica:
“Es sorprendente comprobar que Rio no es una ciudad complicada. Hay rampas en cada esquina de las calles, lo que por cierto no siempre ocurre en París”.
Del resto de necesidades, Malick y sus asistentes se ocupan de todo. Desde cuestiones como la mejor manera de ir al baño mientras están en la playa hasta cómo encontrar un alojamiento adaptado y equipado con balneoterapia.
“En Brasil las habitaciones no están adaptadas, son muy pequeñas. Entonces, encontramos una asociación que dispone de un hotel con todas las comodidades a pie llano y que ofrece todas las prestaciones necesarias para las necesidades de mis clientes”, explica Malick, bautizado como el “realizador de sueños” por sus protegidos.
“Si se vive una experiencia como ésta sin tener que hacer frente a los problemas de desplazamiento, todavía es mejor, aprovechamos cada segundo”, celebra Jugurtha.
Desde que llegó a Brasil, Jugurtha está impresionado sobre todo por el comportamiento relajado de la población hacia la discapacidad, según él, arrinconada y objeto de prejuicios en Francia.
“Me he llevado una gran sorpresa con los locales al llegar aquí. Ellos tienen una reacción totalmente natural. Cuando tenemos alguna dificultad, la gente se lanza a ayudarnos de manera espontánea. Son súper respetuosos. ¡Vaya cambio! En París tengo que ir disculpándome todo el tiempo. Aquí son ellos los que piden excusas”, apunta.
Y los días de partido de Brasil… “¡Es una locura! Besan nuestras sillas como las de los demás, la chicas nos dan besos. Da la impresión de que han ganado una guerra”, ríe.
Para hacer frente a la factura de 4.000 euros que le ha costado este viaje, Jugurtha dice haber ahorrado “durante dos buenos años”.
Además, contó con la ayuda de su familia, a pesar de la preocupación de los suyos frente a los peligros de Rio que han escuchado a través de los medios franceses.
Con Malick, Jugurtha ya asistió a los Juegos Olímpicos de Londres-2012 e hizo un viaje a Barcelona que tenía como punto álgido la visita al Camp Nou, otro de los templos del fútbol mundial.
Pero no piensa pararse aquí, seguirá luchando empujado por la voluntad inquebrantable de la que también hizo hala otro Jugurtha: el ilustre rey de Numidia que entre los años 115 y 105 antes de Cristo osó desafiar a la gran potencia de Roma.
Fuente: Terra