Marco Rodríguez vive en Villa El Libertador y trabaja en la Dirección de Discapacidad de la Municipalidad de Córdoba. Todos los días, se tiene que levantar a las 5 para esperar hasta dos horas el colectivo en la parada. No importa si hace frío o llueve, no puede dejar pasar ningún coche con rampa porque sabe lo difícil que es conseguir otro.
La falta de frecuencias en el sistema de transporte público durante el verano y la escasez de unidades con rampas complican la movilidad de usuarios en silla de ruedas.
“Ahora logré que en mi trabajo me esperen hasta una hora si llego tarde, pero de todas formas tengo que cumplir la jornada completa, por lo que siempre me termino yendo después de hora a mi casa”, relata. Y agrega: “Había conseguido que un chofer con buena voluntad me avisara cuando salía de punta de línea, pero ahora ese móvil está roto y, con las pocas frecuencias, quedé sin salida”.
A todo esto hay que sumarle aquellas rampas que no cumplen con el ancho que establece la normativa vigente. Por su contextura física, Marcos requiere de una silla de ruedas de unos 70 centímetros, que no entra en los ómnibus de Ersa, y por esa razón suele esperar las unidades de Autobuses Santa Fe, que en su mayoría no tienen rampas.
Además de la ordenanza municipal 12.076, la Ley de Accesibilidad de Personas con Movilidad Reducida (sancionada en 1994) impone que el ingreso al transporte público debe contar con un espacio para sillas de ruedas o andador de 90 centímetros, algo que en los colectivos urbanos de Córdoba es tarea pendiente.
Movilidad reducida
No sólo llegar al Centro es una odisea para Marcos, sino también volverse a su casa después de la jornada laboral. “Usualmente, espero a la siesta entre dos y tres horas que algún colectivo de las líneas 52 o 36 me lleve a mi casa”, cuenta el hombre.
Por otro lado, trasladarse casi cinco cuadras desde las oficinas de la Dirección de Discapacidad hasta las paradas que quedan sobre la avenida Vélez Sársfield tampoco es tarea sencilla. El estado de las veredas y la escasez de rampas en las esquinas lo obligan muchas veces a transitar sobre la calle, con el peligro que eso implica.
Y la falta de voluntad de algunos choferes hace que, aun cuando el móvil cuente con todo lo que establece la ley, Marcos deba pedirles a otros pasajeros o transeúntes que lo ayuden a abordar el colectivo. Muchas veces, queda alejado del cordón, lo que complica la situación.
A la Justicia
Desde la agrupación Derechos sobre Ruedas están preparando un amparo judicial colectivo para presentar ni bien se termine la feria en febrero. Además, han realizado relevamientos con información de las empresas concesionarias para poder avanzar en la materia de forma conjunta.
Por su parte, Marcos también irá por su cuenta a la Justicia para exigir sus derechos. “Nos queda ese paso porque ya hemos tocado todas las puertas y nos dijeron que no iban a sumar más móviles”, dice
Fuente: La Voz