No se le pregunta a nadie si tiene una discapacidad ni por qué, solo si tiene ganas de ser libre, de vivir otras vidas y de olvidarse de todo, hasta de su propio cuerpo durante unas horas.

La actriz Victoria Freijeiro ha creado un grupo de teatro abierto a personas que tienen discapacidad y a las que no la tienen. La idea no surgió de ella, sino de los integrantes del grupo que tenía en la Liga Reumatolóxica Galega y en el Grupo de Personas con Discapacidad de A Coruña (Grumico), que le propusieron fusionar a todos los alumnos y dejar que otros apasionados por el teatro se les uniesen.

“Nadie tiene que llevar un cartel por ser discapacitado”, explica Teijeiro, que defiende que el arte es “el mejor vehículo integrador” porque permite a los que lo practican “viajar” y desarrollarse. “El crecimiento depende de cuánto estén dispuestos a dejarse llevar”, comenta. Es un viaje artístico, pero también personal, ya que, durante los ensayos, “a través del juego” y de meterse en la vida de personajes completamente diferentes a ellos consiguen salirse de su día a día y vencer ciertos estereotipos que, desde más años de los que pueden recordar, les definen.

“Adoptan diferentes roles a veces que se imponen ellos mismos y, otras, que les impone su entorno. Pueden salirse de ahí y ver que pueden actuar de otra manera”, explica Freijeiro.

Por ahora, tiene media docena de alumnos, que ensayan cada lunes entre las cinco de la tarde y las siete, en la sede de Grumico, pero el plazo de inscripción está todavía abierto para todas aquellas personas que quieran hacer teatro de una manera diferente.

“Vamos a preparar una obra, estará basada en la improvisación, aunque yo iré proponiendo escenas y será de creación colectiva, porque quiero que tenga mucho de ellos”, explica Teijeiro, que ya dirigió en Madrid otros grupos con personas en riesgo de exclusión social. El grupo está abierto a todos los mayores de 18 años y el precio de la actividad es de 25 euros mensuales. Cuando el elenco esté completo, los alumnos empezarán a crear su espectáculo.

“Es también un reto personal para la gente que se apunta, porque, aunque yo me encargo de quitarle muchos pesos, siempre está ahí el miedo a hacer el ridículo o el pensamiento de que eres el que peor lo hace. Hay que saltarse los prejuicios para poder jugar, como lo hacen los niños”, comenta Freijeiro.

Entre los integrantes del grupo, hay alumnos con movilidad reducida, que se suben al escenario en sus sillas de ruedas, pero que, a través del teatro y de la imaginación pueden hacer todo lo que se propongan.

Fuente: La Opinión

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