Miles de turistas acuden cada temporada invernal al Cerro Bayo. Esa montaña, desde la cual se divisa el Nahuel Huapi, también es para chicos con distintas discapacidades un sinónimo de superación. Allí, los sueños de decenas de ellos se elevan tan alto como los casi 1.800 metros de ese centro de esquí cercano a Villa La Angostura. Gracias a la Fundación “Todos Podemos”, los obstáculos que el cuerpo les pone quedan atrás mediante la posibilidad de practicar un deporte que no conoce de requisitos excluyentes.
“Es el único deporte realmente adaptado a todas las discapacidades”, le cuenta a Clarín Claudia Aguirre Zavala, una de las seis instructoras voluntarias de la organización, la cual ofrece clases gratuitas a discapacitados. El esquí adaptado sabe amalgamarse a la situación de cada uno, desde un ciego hasta un parapléjico, pasando por chicos con discapacidades mentales; y les ofrece un momento de alegría y superación personal que les cuesta encontrar en otras áreas.
Desde 2009, cuando recibieron su primera capacitación en esquí adaptado gracias a la fundación Desafío Bariloche, Claudia y cuatro de sus compañeros quedaron conmovidos por el trabajo con chicos discapacitados y sintieron la necesidad de incluir a muchos jóvenes de su localidad en el programa. Para dar clases cada temporada a chicos provenientes de la Escuela Especial N° 18, del Centro Educativo Terapéutico de Villa La Angostura y a otros jóvenes de bajos recursos no escolarizados, crearon la Fundación “Todos Podemos”, la cual esperan que pronto esté definitivamente inscripta en la Inspección General de Justicia (IGJ).
Desde entonces, las capacitaciones constantes para tratar con discapacitados (lo cual incluye el abordaje técnico y emocional de los chicos) y la búsqueda de equipos fueron una dura tarea a pulmón. Claro que a esto se suma el trabajo voluntario que cada instructor realiza: alrededor de unas 100 horas de trabajo voluntario por temporada, compaginadas con las clases convencionales, de las cuales obtienen sus ingresos.
La fundación “Todos Podemos” ofrece clases de esquí adaptado en Villa La Angostura a chicos con discapacidad
“Nuestro sueño es poder vivir del esquí adaptado”, admite Claudia, quien dice que tanto ella como sus compañeros se conmovieron “desde el amor que los chicos brindan”. Luego confiesa: “El mayor impacto fue saber que realmente todos podían hacerlo y que disfrutaran de esa manera, de que sentir el viento en la cara les resultara suficiente”.
“Siempre bromeamos que nuestra jubilación es el esquí adaptado. Lo que más anhelamos es conseguir sponsors para equiparnos y poder tener y un sueldo que nos permita vivir de esto”, remarca la instructora, que se ilusiona con poder incluir en sus programas a chicos de escuelas especiales de toda la provincia de Neuquén.
El impacto del esquí en sus vidas
“Esta comprobado que es terapéutico el contacto con la montaña”, arranca Claudia a la hora de enumerar los beneficios de la práctica del esquí. Otro de ellos es el impacto que tiene en la autoestima de las personas con discapacidad que lo practican. “Les hace muy bien darse cuenta de que pueden”, enfatiza la instructora.
Claudia también aclara que el impacto que la práctica deportiva produce en estos chicos trasciende lo que ocurre en la montaña. Y ejemplifica con el caso de Leandro: “Es un alumno con Síndrome de Down. Vive en Buenos Aires y espera todo el año para venir a esquiar. Junta durante el año trabajando en una fábrica de cartón para viajar y desde marzo tacha los días que faltan. Gracias al esquí tiene un incentivo”.
La familia también se beneficia de las clases de esquí a las que acceden sus hijos. “Antes al discapacitado lo escondían. Pero cuando ven que el chico puede esquiar y lo hace bien, esto levanta a la familia completa. Los padres empiezan a sentir orgullo de tener un hijo esquiador“. La posibilidad de viajar que los chicos tienen a partir del esquí adaptado también contribuye a que ellos levanten la vista y a su familiares se les infle el pecho, como en el reciente Encuentro de Esquí Adaptado que se hizo en Chapelco (San Martín de los Andes). Para muchos chicos, esta significó su primera salida a un centro de esquí.
Otro de los planes de “Todos Podemos”, además de extenderse a toda la provincia, es realizar actividades que excedan la temporada de esquí. De hecho, tienen armado un programa de equinoterapia y la posibilidad de realizar canotaje adaptado en el río Limay.
Una disciplina compleja
Los instructores de esquí necesitan una capacitación que contemple muchos aspectos. “La formación es muy particular porque es una disciplina amplísima”, resume Claudia. “Para cada caso hay una técnica especial de esquí. También hay que prepararse para el abordaje emocional que los chicos requieren. Algunos tienen discapacidad motriz e intelectual a la vez, o ciertos medios que hay que saber manejar”, explica.
Básicamente, el esquí adaptado puede realizarse parado o sentado. En el segundo caso, se emplean dos tipos distintos de equipos: el mono-ski y el bi-ski (estos últimos para personas con menor movilidad y fuerza). Para quienes pueden hacerlo de pie se emplean riders, bastones especiales, y otros elementos específicos.
laro, todo depende de la situación de cada persona. Según explican en “Todos Podemos”, existen tres grandes ramas de discapacidades en las que se divide la disciplina. Por un lado, aquellos que tienen la movilidad reducida. Otra amplia rama es la de las discapacidades sensoriales, que incluye, por ejemplo, a ciegos y sordos. El otro gran grupo es el de quienes presentan discapacidades intelectuales o cognitivas, como el retraso madurativo o Síndrome de Down.
Sin embargo, todos ellos tienen un factor en común que llamó la atención de Claudia. “La devolución de los alumnos con discapacidad no es la misma: nunca se enojan, no sienten el frío, no llegan tarde. Siempre pueden, siempre sonríen, viven en la gratitud”. Y esto, explica, “da un placer que por ahí no encontrás en otro lado”. O, simplemente: “Te llena más el corazón”.
Fuente: Clarín