El desafío está planteado desde hace un par de décadas: contribuir a la construcción de una ciudad inclusiva que valore la diversidad humana como elemento constitutivo de una sociedad plural y democrática.
El reto implica desde la incorporación de principios arquitectónicos a la hora de hacer obras que permitan a las personas con discapacidad interactuar sin dificultades con el entorno, hasta la superación de barreras sociales y culturales.
Si bien, en líneas generales, se observan algunos avances en la promoción de la accesibilidad, en lo que respecta al turismo las asignaturas pendientes siguen siendo numerosas. Esto pese a que Córdoba ha logrado definir un producto con perfil propio y mejoró sensiblemente en materia de servicios e infraestructura receptiva.
Vamos a andar (si podemos)
Hernán Figueroa e Inés Urioste, ambos con discapacidad motriz, comprobaron en carne propia que para quienes están obligados a movilizarse en silla de ruedas, recorrer los circuitos turísticos que la Capital les ofrece a sus visitas resulta una verdadera odisea.
Se juntaron en Independencia 30 (recova del Cabildo) donde la Dirección Municipal de Turismo tiene su principal oficina de información; no pudieron ingresar porque se toparon en el pórtico con un escalón como barrera física insuperable.
Con los folletos en la mano, antes de echarse a rodar, descartaron del giro por el casco histórico, al edificio monumental del punto de partida. Lo hicieron por un par de razones sencillas: el acceso principal presenta una grada de tres peldaños altos y las salas de exposiciones se ubican en la planta alta de ese símbolo de la arquitectura colonial española.
La primera opción elegida para conocer, entonces, fue la Catedral.
Les aconsejaron contemplar en el interior del templo matriz de la ciudad su altar mayor, realizado en plata repujada procedente del Alto Perú. También, las pinturas de Emilio Caraffa, Carlos Camilloni y Manuel Cardeñosa, entre otras expresiones del arte local. Sin embargo, tuvieron que conformarse con la escultura del Cristo Redentor en la cima de la fachada (fundida en París) y el portal de hierro forjado en el que se destacan las siluetas de San Pedro y San Pablo. Eso porque si bien sobre el lateral de 27 de Abril se construyó una rampa para llegar hasta la explanada de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, la escalinata de ingreso les resultó infranqueable.
Pero la dificultad principal que encontraron para moverse en torno a la plaza San Martín y por el centro histórico de la Capital fue el adoquinado de calle Independencia, el pasaje Santa Catalina y alrededores.
“Es como andar sobre un lavarropas”, dijo Inés Urioste.
“Es imposible avanzar por estas calles sin la ayuda de un acompañante”, resumió, por su parte, Hernán Figueroa.
Esa razón los hizo desistir también de visitar el Archivo Provincial de la Memoria (pasaje Santa Catalina 66) y la iglesia que le da nombre a ese callejón empedrado, ubicada en la primera cuadra de Obispo Trejo, detrás de la Catedral.
Sí pudieron disfrutar algo de lo que ofrece la Manzana Jesuítica, aunque para cubrir los 200 metros desde el punto de inicio del trayecto hasta la plazoleta de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) debieron sortear varios estorbos: veredas rotas, obras en la peatonal cercadas con vallas metálicas, escombros amontonados y sillas y mesas de bares invadiendo el espacio público, entre otros.
La Iglesia de la Compañía de Jesús ha sido acondicionada para los visitantes con dificultades motrices. Dispone de una rampa por calle Caseros y no hay desniveles que dificulten el acceso al templo ni el desplazamiento por su interior.
Lo mismo sucede en el Museo Histórico de la UNC, ubicado en la sede del antiguo Rectorado de la Casa de Trejo.
Un dato importante: este complejo de exposiciones dispone de baños accesibles para quienes usan sillas de rueda, infraestructura muy escasa en bares y lugares públicos del área turística central.
Un perfil parecido al descripto se observa a lo largo de la “media milla cultural”, que va desde la Compañía de Jesús (en Vélez Sársfield y Caseros) hasta la zona del Museo Evita (Palacio Ferreyra), en Nueva Córdoba.
Sin obstáculos
La Iglesia de la Compañía de Jesús y el Museo Histórico de la UNC, ambos en la “Manzana de las Luces”, han sido acondicionados para los visitantes con dificultades motrices.
Para ver el vídeo ‘Problemas en el centro turístico de los discapacitados’, haga clic en la foto de abajo
Fuente: La Voz