El cartel amarillo dice “Tu escalera me condena”. Frente al jardín de Infantes San Ponciano un grupo de 25 personas en sillas de ruedas intentan que alguien les abra. No hay rampa ni timbre al alcance de la mano. Hay más de diez escalones. Esta fue una de las paradas de un recorrido de seis cuadras que realizó ayer la ONG Acceso Ya para mostrar cómo transitan por esta ciudad las personas con discapacidad motriz. De acuerdo a las estadísticas de la Clínica Jurídica de la Universidad Nacional de La Plata, sólo un 1% de los establecimientos educativos son accesibles.
El objetivo era recorrer veredas céntricas y ver en qué condición se encontraban. La conclusión es que existen barreras arquitectónicas que convierten el traslado de una persona en silla de ruedas en un verdadero rally. Por eso Rallydad, el nombre de la actividad que se realiza desde hace once años proponiendo que las personas con y sin discapacidad transiten por la ciudad en una silla de ruedas.
La ONG nació a partir de un caso de discriminación. Hace 15 años, a Claudio Waisbord no lo dejaron viajar solo en avión. Él estaba en silla de ruedas y quería ir solo, pero no podía porque la empresa aérea lo obligaba a que viajara con una persona, un “pasajero hábil en condiciones de auxiliarte”. A la aerolínea le ganó una demanda civil y con el dinero que obtuvo fundó Acceso Ya .
Uno de los obstáculos que se encontraron los participantes de la actividad que pretender mostrar las barreras urbanas.
Escuelas con obstáculos
Según un relevamiento de la Comisión de Discapacidad de la Clínica Jurídica de la UNLP el 1% de los establecimientos educativos de La Plata es accesible, un 84% es inaccesible, y un 15% no pudo determinarse ya que las autoridades de los sitios se negaron a permitir el acceso al edificio. El muestreo fue realizado tomando un tercio de los más de 400 establecimientos platenses.
Federico Videla tiene distrofia muscular. Cuando entró a la Escuela Media N°2 caminaba con dificultad. Unos meses después ya debía usar la silla de ruedas. Y no había rampa ni baños adaptados. Lo que había era buena voluntad de la directora y los porteros que hacían que el chico entrara por otra puerta y fuera trasladado alzado.
“Hay algunas pocas escuelas que tienen rampas pero están muy empinadas, lo que hace imposible que una persona en silla de ruedas suba sola”, explica Silvia García, la mamá de Federico. Aunque en su caso no existía otra cosa que escaleras para entrar a la escuela.
Fueron muchos los obstáculos que Silvia tuvo que sortear para que su hijo tuviera una rampa en la entrada de la escuela. Tantos que lo logró tres días antes de que el Federico terminara la secundaria. “Pudo entrar a su fiesta por la rampa, y eso fue muy emocionante”, recuerda Silvia. Federico ahora estudia periodismo deportivo y empezó a jugar al Power Chair: fútbol en silla de ruedas motorizada.
Según informó la municipalidad, en el Jardín Municipal Nº2 de Villa Elvira, “se trabajó en la modificación de la estructura edilicia para que un alumno con discapacidad motriz tenga libre desplazamiento dentro del edificio”.
Ese niño, Federico y Claudio son sólo tres de las cinco millones de personas que tiene algún tipo de discapacidad en la Argentina, 800.000 de ellas con una discapacidad motriz. Pero la municipalidad de La Plata no cuenta con datos específicos sobre platenses que deban transitar la ciudad en silla de ruedas.
El momento de la largada de la Rallydad que pretende mostrar las barreras urbanas.
Demanda a la provincia
La Fundación Acceso Ya demandó en diciembre de 2015 al Gobierno de la provincia de Buenos Aires y a la Dirección General de Cultura y Educación. Se trató de una demanda contenciosa administrativa de carácter colectivo por el derecho a la educación de las personas con discapacidad y trato igualitario. La Clínica Jurídica de Derechos Humanos, proyecto de Extensión Universitaria de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, patrocinó la demanda.
Con un antecedente positivo en la Ciudad de Buenos Aires, donde se logró que el 80% de las escuelas públicas sean accesibles, la ONG busca que también las escuelas públicas y privadas de La Plata, y luego de toda la provincia, también lo sean.
Gerardo Burgos sabe que La Plata es muy poco amable con las personas con discapacidad. Lo sabe porque la transita en silla de ruedas. “Hay rampas en muy pocas avenidas, en algunas diagonales, y las veredas están en muy mal estado”, dijo Burgos, un guía de montaña que en 2007 se cayó de un árbol y perdió la movilidad en sus piernas.
Burgos es parte de la ONG Azul, de Transitar La Plata y es voluntario de Acceso Ya. Pero también tiene su propia organización: Acción Rodar, que busca que las personas con discapacidad motriz puedan tener una vida independiente.
Desde 1994 existe la Ley Nacional de Accesibilidad que garantiza el derecho de todas las personas a un entorno inclusivo, libre de barreras físicas en los ámbitos urbanos, arquitectónicos y de transporte.
Un detalle que indica que la ley aún no se cumpla es que algunas personas que transitan la ciudad en silla de ruedas tienen los números de teléfono de los choferes de colectivos para saber a qué hora y por dónde pasa la única unidad a la que pueden subir.
Es que hay muy pocas unidades accesibles, apenas dos o tres en cada línea. Una sola, la 273, cuenta con poco menos del 50% de sus coches con rampas.
Fuente: La Nación