Los programas de Fekoor ofrecen la única oportunidad de tener unas vacaciones a cientos de vizcaínos con movilidad reducida y a sus familias.
Bilbao- Hace más de 15 años que Fekoor organiza viajes para sus socios dentro de su línea de acción para fomentar el ocio inclusivo. Este es uno de los programas más apreciados entre sus miembros porque les permiten disfrutar de unas vacaciones a las que de otra manera difícilmente podrían acceder. La alta demanda y los recursos limitados de la federación vizcaina de personas con discapacidad provocaba que cada socio tuviera que esperar entre 5 o 6 años para usar este servicio. Gracias a un convenio con la Diputación foral de Bizkaia, este año han pasado de realizar un único viaje a cuatro, lo cual reducirá el tiempo de espera medio a dos años. Marcelino Fernández (Galicia, 1953) acaba de asumir la presidencia de Fekoor en representación de la Asociación de Enfermedades Neuromusculares de Bizkaia (BENE). En su doble perspectiva como usuario y gestor de estos viajes, Fernández cree que “hemos logrado algo muy importante”.
¿A dónde ha viajado con Fekoor?
-He hecho varios viajes. Estuve presente en la primera excursión que se hizo al extranjero, a visitar los castillos del Loira, hace más de una década. Después, hace cinco años volví a ir a Italia y visitamos Venecia, que parece casi imposible para nosotros. Y, por último, este año he ido a Mallorca.
¿En Venecia ya tienen góndolas adaptadas?
-Tienen una cosa que se llama el Vaporetto y que es parecido a los autobuses de aquí, pero montar en él es una odisea. Tienes que esperar al momento justo para entrar porque sino te puede pasar como a mi, que en el momento de subirme el barco bajó porque la ola se retiraba y no salí por el otro lado porque Dios no quiso. Traemos muchas anécdotas, pero lo más importante es que nosotros también podamos disfrutar de unas vacaciones.
¿Cómo organizan estos viajes?
-Se hacen grupos de 40 personas. 27 o 28 suelen ser asociados y el restos son acompañantes necesarios de los socios. Si vamos a tomar un avión, las compañías aéreas suelen limitar el número de sillas eléctricas que podemos meter normalmente a 4, con las manuales podemos jugar un poco más.
¿Planifican mucho cada salida?
-Siempre hacemos una prospección previa, no podemos ir a un hotel que no esté visto previamente y aún así solemos tener sorpresas. Por ejemplo, este año en Mallorca revisamos con antelación las habitaciones y los baños, que normalmente suele ser lo más complicado en términos de accesibilidad. Sin embargo, cuando llegamos allí vimos que nos habían dado 7 habitaciones muy bien adaptadas y 4 que no reunían las mismas condiciones a pesar de que nos habían dicho que eran todas iguales.
¿Y qué hacen en esos casos?
-Tratamos de resolver las incidencias sobre la marcha. Sin embargo, tenemos claro que si todo el mundo puede tener imprevistos en vacaciones a nosotros nos pueden tocar todos esos más los nuestros propios. De todas formas, muchas veces es una cuestión de sensibilización.
¿En qué sentido?
-Nos hemos encontrado casos en los que al ir a desembarcar del avión nos han devuelto una silla de ruedas rota. La gente tiene que tener claro que una silla de ruedas no es una maleta normal, que para nosotros es vital. Si te rompen o te pierden la silla en la ida, comienzas el viaje sin tus piernas.
¿Qué cree que los usuarios valoran más de estos viajes?
-Tenemos socios con un alto grado de discapacidad, que apenas salen de casa. Estos viajes son un respiro para estas personas porque algunas están en grave riesgo de exclusión social. También se valora que les demos una cobertura de seguridad, porque hay gente a la que le cuesta mucho salir de su entorno por los problemas que se podría llegar a encontrar. Por último, desde mi experiencia personal, apreciamos también mucho el viajar con personas que tienen más o menos tu misma problemática, se genera una gran camaradería entre todos y te sientes muy integrado.
¿Está el sector turístico preparado para responder a sus demandas?
-Se ha avanzado mucho, pero todavía queda mucho por hacer. En muchos casos nos da la sensación de estar haciendo un camino que todavía no existía.
¿Tienen que buscar mucho para encontrar viajes?
-Pues en Bizkaia, por ejemplo, no hay ninguna agencia que esté especializada en este tipo de servicios adaptados. Por nuestra estructura legal, tenemos que pedir al menos tres presupuestos a diferentes empresas cada vez que queremos organizar un viaje y nos cuesta mucho que nos los hagan. Muchos mayoristas te rechazan en cuanto les dices que llevas un grupo con 14 sillas de ruedas.
¿Podría haber un nicho de mercado ahí?
-Yo creo que sí. Cada vez hay más personas con movilidad reducida, ya sea por edad o por otras circunstancias. También existen estudios que dicen que un 10% de las personas que viajan tienen algún tipo de discapacidad y ese porcentaje va a ir a más.
Fuente: deia